jueves, 5 de noviembre de 2009

Mini Cooper

De pronto recordó que no sabía conducir, pero ya fue tarde. Hallaron los cuerpos a la mañana, después de una noche tan quieta como indiferente.

viernes, 30 de octubre de 2009

Annette





Llevaba varios años muerta pero nadie lo notaba. No había querido desprenderse de su cuerpo cuando le llegó su hora.

martes, 29 de septiembre de 2009

Sobre "Femme Fatale", de Brian de Palma (escribe Edgardo Lucero)

Réplica a la carta de Vero Salinas publicada en el Blog de El Gringo.


Querida Verónica:
Me conmueve que hayas sacrificado dos horas de sueño para ver la película de la que te hablé durante varios meses. Cometí el error, durante todos esos meses, de no aclararte que Femme Fatale no es una película para el espectador desatento o somnoliento. Tampoco es recomendable ver este film antes de dormir, a la siesta o recostado. Los detalles con los que uno se encuentra a lo largo de la cinta requieren atención y, más que nada, paladar.
Subrayás, Vero, lo poco creíbles que te resultaron los episodios del ojo morado y el del posible suicidio. Y yo pregunto... ¿Desde cuándo las cosas verosímiles son "buenas" y las inverosímiles son "malas"? Permitime citar a alguien para echar un poco de luz en este asunto: "Con frecuencia le importa muy poco la verosimilitud. A decir verdad, organiza sus intrigas a partir de una enorme coincidencia que le suministra la situación fuerte que necesita. A partir de ahí, su trabajo consiste en alimentar el drama, en anudarlo cada vez más estrechamente, dándole el máximo de intensidad y de plausibilidad, antes de desenredarlo muy aprisa tras un paroxismo" Y esto no lo dijo Catalina Dlugi sobre Adrián Suar, lo dijo François Truffaut sobre Alfred Hitchcock.
Me llama la atención, Verito, que hables de la peli detrás de una lupa sociológica. No creo que la perra bisexual y traicionera sea una bandera feminista. Creo, en cambio, que Laure es una de las tantas fantasías masculina, estimada. No te olvides que a esta película la escribió y dirigió un hombre. Es curioso que con esa lupita tuya no hayas mencionado que los ladrones de diamantes hijos de puta estén interpretados por negros y que el fotógrafo latino no pueda hacerle jaque mate a la nórdica y superdotada protagonista.
En cuanto a la vuelta de tuerca, amiga mía, es excelsa. Porque, si mirás con atención, en realidad está cantada desde el comienzo. "¿Cómo?" me vas a decir. Fijate en este fotograma del inicio...



El ladrón de diamantes hijo de puta #1 hace referencia a la "colgadez" de la protagonista.








Un especialista en temas esotéricos mediático anuncia, como quien no quiere la cosa, lo que vendrá.




Se rebalsa la bañera donde la Lily trucha duerme una siesta.


Oh casualidad, se rebalsa la pecera.




Oh, alguien se sirve agua. (Agua=Bañera)



Y por si no te quedó claro, alguien lo vuelve a hacer en plano detalle.




El reloj marca la hora del apoliye de Rebeca Romjin.



Luego de varios minutos de película... sí, el reloj marca la misma hora.





Aquí vemos a un cómplice de los ladrones de diamantes hijos de puta, con un bigote a lo Martín Caparrós.



Muucho más tarde vemos al tipo con los bigotes a lo Caparrós como cantinero vendiéndole puchos a Banderas (Sí, parece que en los bares de Francia se puede fumar).





Y bueno, llegamos a tu odiado colgante. Antes de zambullirse en la bañera, Laure entra a la pieza de la hija de Lily. Allí vemos en una pantalla a la niña con la joyita, que parece decirnos: "Este colgante de morondanga va a ser crucial para el desenlace de esta película, pajarones"








Para terminar, no me parece que de Palma haya querido presentarnos la quintaesencia de la femmefatalidad. Solamente jugó el juego que más le gusta: deleitarnos con su engaño.
Un abrazo, Vero. Cuando quieras pasate con una Paso de los Toros y unas Saladix Mexican.
Ed.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Citación

Grishamun




Córdoba, 14 de junio de 2001.-


Sr. Edgardo Saúl Lucero:


Siendo el presente, día 14 de junio del año 2001, se le hace correspondiente notificación respecto a: El día 10 del pasado mes de mayo del corriente año, se procedió a dar cause a la denuncia efectuada por GALLETTI Esteban Ricardo, argentino, estado civil casado, con domicilio real y legal en calle Felix Paz N°836 de Barrio Los Plátanos de la Ciudad de Cordoba; en la unidad N°11 de la Policía Judicial. En la misma, el ciudadano en cuestión da aviso a la autoridad competente sobre lo que considera actitudes sospechosas de un individuo de sexo masculino (de quien se realizó -a posteriori- un identikit computarizado), en perjuicio de personas de sexo femenino menores de edad. Ante la gravedad de la acusación, se asignó a personal del cuerpo especial de la anteriormente citada unidad policial para realizar un seguimiento del involucrado, a fin de corroborar su modus operandi. Tras haberse efectuado el correspondiente análisis a los informes presentados por los miembros del equipo de operaciones; se dio inmediato aviso a la Camara 5° del Crimen, tomando intervencion el Juez WELNER Victor Aguilera, quien, en primera instancia, caratuló la causa como INTENTO AGRAVADO DE CORRUPCION DE MENORES. Así mismo, hago saber a Ud. Sr. LUCERO Edgardo Saúl:


1°-que tal delito, contemplado en el artículo 25 inciso 1° del Codigo Penal, preve penas de entre 5 a 10 años de prision efectiva no conmutable.


2°-Se le cita a presentarse -en un lapso no mayor a las 24 (veinticuatro) horas desde recibida la notificación pertinente- en la Unidad N°11 de la Policía Judicial, con asiento en Avenida Colon N°1260 de la Ciudad de Córdoba, para efectuar el correspondiente descargo, en beneficio de Su defensa.


3°-La NO PRESENTACION en lugar y fecha designados, se considerará automaticamente como desacato y resistencia a la autoridad, dándose inmediata orden de captura al cuerpo policial. La misma podrá efectuarse tanto en Su residencia temporal en la Ciudad de Villa Mercedes, San Luis; como en Su residencia permanente con asiento en calle Carlos Bustamante N°134 de la Ciudad de Córdoba, provincia de Córdoba; interviniendo, de ser necesario, la unidad local de la Policía Federal.


Ha sido Ud. debidamente informado.




Será Justicia.




EDUARDO AREBALO
Secretario adjunto Camara 5° del Crimen Ciudad de Córdoba P.D.



jueves, 6 de agosto de 2009

El Mentor del Dolor (Epílogo)





Lucero, tanto tiempo. Veo que ha perdido cabellera. Si está aquí es porque recibió mi carta. Muy bien, muy bien. Puntual como siempre. Queda poca gente puntual ¿Sabía? Relájese un poco. ¿Trajo ese aparato para el asma? Menos mal. Como le comenté en mi epístola, tengo un sueño que contarle. Un sueño que me perturba hasta el día de hoy, fíjese. En el '87, Lucero, soñé que hacía un pacto con el diablo. Le daba mi alma a cambio de su hermana, Ana Clara. Por cierto ¿Cómo anda ella? Ahá. Bioquímica. Dos hijos. Un rottweiler. Bien, bien. Verá Lucero, este diablo onírico no se conformaba con mi alma y me pidió que también corrompiese la suya. Y cuando digo la suya, digo la TUYA. ¿Me hago entender? No se ponga así que la cosa no termina acá, Mandinga me dijo que el primero Agosto del 2009 debía renovar el contrato. PRIMERO DE AGOSTO DEL 2009. Hoy, Lucero, hoy mismo. Y de la siguiente forma, debíamos suicidarnos. Usted y yo. O debíamos entregarles (vaya uno a saber cómo carajo) las almas de Jotacé, Frank, Eliana Escudero, Grado Cero, Sandra Rusch, Yararán, la Doctora Nada, Verónica Montenegro, Melina Passadore, Scarlett, Sergio Denis, Mauricio De Benedetto y del Reverendo Henry Kane. Salvo Sergio Denis, no me pregunte quiénes son. Quizás usted, Lucero, pueda informarme algo al respecto... Porque este puzzle me ha sumido en el más horrendo de los infiernos durante dos décadas. ¿Esos nombres son frutos de mi fantasía o existen? ¿Sabe usted algo? ¿Todos estos años negros que viví, que vivimos, fueron en vano? ¿Qué lleva en esa mochila? Espero que sea algo pertinente al tema del que le hablo. ¿Un moño rojo? ¿Un envoltorio dorado? Lucero, yo le cuento todo esto, le digo que le llené de mierda la cabeza durante años por nada y usted ¿Me da un regalito? ¿Es un cubo rubik? ¿Una de las cajas de Lemarchand? ¿La configuración del lamento? ¡Lucero! ¡No se vaya! ¡Venga para acá! ¡¿Cómo se abre esta cosa?! ¡Lucerooooooo...!!




Títulos Finales




Finalmente, Gonzalo Aschrid, El Mentor del Dolor, pudo abrir la configuración del lamento un domingo a la siesta. Surgieron los cenobitas, unos seres de otra dimensión que le proveyeron dolores que no encuentran definición terrenal. Hoy son grandes amigos.





Jotacé continuó teniendo una cabeza sobrenaturalmente angosta. Aseguró ante un público incrédulo que su condición no se debía a ninguna maldición o encanto.





Miguel Ángel Ratti, a.k.a. Metabólico nunca salió del círculo under que lo vio nacer. Se lo considera un personaje de historietas tan o más pavo que la aceituna de Liniers.





El mejor diablo no estuvo interpretado, como muchos aseguran, por Al Pacino en "El Abogado del Diablo". Tampoco por Robert de Niro en "Corazón Satánico". Ya es hora de decirlo, el mejor príncipe de las tinieblas estuvo a cargo de Bruno Bichir en "Ciudades Oscuras".





El Reverendo Kane tomó todo esto con soda, ya que se considera inmortal. Iluso. Debería recordar que en una eternidad hasta la misma muerte fenece.






El rottweiler de Ana Clara arrancó partes esenciales del cuerpo de uno de sus hijos. Para sacrificarlo (al perro) tuvo que llamar a su hermano, Edgardo Lucero. Hacía cinco años que no se veían.



sábado, 18 de julio de 2009

El Mentor del Dolor (parte V)





1987



El mejor instrumento para "obligar" al diablo a realizar un pacto es, según la mayoria de los maestros ocultistas, la clavícula derecha de un difunto. Sus virtudes son explicadas en múltiples recetas magistrales, como la "Clavícula Salomonis", una de las obras cumbres de la brujería...




_Hola... ¿Es usted?




_¿Quién otro?




_Curioso, me lo imaginaba distinto... parecido a Alfredo Alcón...



_Puedo adoptar muchas formas, Gonzalo.




_¿Sabe mi nombre?




_Pff... decime ¿Qué necesitás?





_ Conocí a una señorita que...





_Al grano, al grano. Dame el nombre y la tenés a tu disposición como novia, esposa, esclava sexual o lo que quieras.




_ Ana Clara. Ana Clara Lucero.





_Un momento. Esto es atípico, pero suele suceder. Hace unos días me invocó otro interesado en Ana Clara Lucero.





_Llego tarde...




_ Hmmm. No, se puede hacer algo. Si me das otra alma además de la tuya, borrón y cuenta nueva. Pero claro, no puede ser cualquier alma. Tiene que ser la de alguien diáfano. Católico.





_¿Estás hablando de Edgardo, el hermano?




_ A buen entendedor...





_¿Y cómo hago yo para darle su alma? ¿Se lo presento?





_ No, vamos a hacerlo divertido. Ustedes hace un fanzine ¿No? Bueno, vas a entintar todos sus trabajos, vas a darle clases. Él te admira, no sabés cuánto. De a poco, muy de a poco, van a dejar de hablar de historietas y pasarás a hablarle de tu vida, de cómo te maltrató. Lo vas a convertir en el recipiente de todas tus frustraciones, tu odio, tu misoginia, tu inseguridad y tu resentimiento. Se va a condenar solito. Tarde o temprano se va a mandar una cagada importante. Una violación o un homicidio.





_ Déjeme pensarlo.




_Nada de pensarlo. El pacto es irreversible. Ah, me olvidaba. Vas a tener que renovar el contrato, viejo. Y viste cómo soy, rebuscado. El primero de Agosto del 2009 voy a llevarme estas almas, lo único que puede salvarlas es que Edgardo Lucero o vos se suiciden.






























_ ¿Y todos esos quiénes son? ¡Hey!!





El Mentor del Dolor concluye en la siguiente entrada



viernes, 10 de julio de 2009

El Mentor del Dolor (parte IV)



It's Time


La terminal de Río Cuarto debería estar en el segundo puesto de terminales más sucias del país. Entre los cientos de rostros sucios y amargados emerge uno que parece ansioso. Camina con prisa, con su mochila gris en uno de sus hombros. Hace horas que nada ingresa a su estómago pero no parece importarle mucho. El frío penetra a los riocuartenses pero a él le está empezando a molestar el abrigo, le resulta excesivo. Se saca el gorro negro, mostrándole al mundo su calva blanca. Se llama Edgardo Lucero, tiene 34 años y una cuenta pendiente.

Lucero siempre odió a la gente a la que le transpiran las palmas de las manos, estrechar manos húmedas es una de las peores sensaciones que uno puede experimentar. Sin embargo, por primera vez en su vida a Edgardo le sudan las manos.

"Estoy a tiempo", piensa, "puedo volver ahora mismo, no hacer el rídículo y conservar mi dignidad". Luego se da cuenta que se está engañando. "Dignidad" es una palabra que dejó de usar hace mucho tiempo y no recuerda bien su significado.
Con un ademán nervioso le hace señas a un taxi que casi no para. El niño que le cierra la puerta recibe una propina de 20 pesos.
El que da una propina de 20 pesos no tiene nada que perder.
Nada.

viernes, 26 de junio de 2009

El Mentor del Dolor (parte III)


Aquellos eran los días

Miguel Angel Ratti es un ciudadano Marcos Férrum. La ciudad toma el nombre de su fundador, un intelectual del siglo 19 con ideas muy adelantadas a su época. Miguel siente una profunda admiración por su figura.
Tiene entre 29 y 35 años. Posee un físico atlético, no fuma, no bebe y hace ejercicios. Vive solo, sin lujos ni necesidades. Es profesor de Físico-química en un colegio secundario semi-marginal. Combate al crimen legalmente, su otro oficio es ser policía. Para hacerlo se viste con un traje diseñado por él, el color podría ser gris o azul. Ratti no duda en matar cuando lo considera justo, pero no es un psicópata. Su carácter es austero. Sólo tiene un amigo: el oficial Gutiérrez.
Es heterosexual pero no tiene pareja actualmente, se desconoce si tuvo alguna vez. Tiene el extraño poder de manejar su metabolismo con el pensamiento: puede engordar, aumentar su masa muscular, envejecer, etc en cuestión de segundos, esto ayuda a nuestro protagonista a salir ileso en algunos enfrentamientos, o hacerse pasar por otra persona. Es por esto que se lo conoce como "Metabólico".
Obtuvo dichas aptitudes a los trece años, luego del experimento fallido de dos hermanos científicos (apellidados Fernández) con los que había trabado amistad, sólo él pudo sobrevivir, gracias a sus flamantes poderes. Carga en su hombro la muerte de los hermanos Fernández, cree que el experimento fue saboteado.
Eligió servir a la ley por un trauma infantil: su violento padre era un capo mafioso de considerable importancia, ahora es un indigente, pero pronto recuperará su poder de una forma misteriosa que todavía no ha sido definida (El padre fuma pipa, tiene el pelo canoso, entradas pronunciadas y un bigote negro en forma de herradura). No conocemos nada de su madre.
Miguel tiene un hermano, obsesionado con matar a su padre de una forma retorcida. Este personaje tiene una doble identidad, se viste de negro (el traje podría estar hecho de púas)y se pinta el borde de los ojos del mismo color, de este modo adopta el alias de "Alguien". Asesina maleantes de poca monta por placer. Tiene un ayudante apodado "Ratón" por su rostro de roedor, parece un personaje simpático, pero en algún momento tiene que traicionarlo.
El principal enemigo de Miguel Angel es una mujer. Se trata de una ex-modelo que se venga de los malos tratos de su mánager, quedándose con toda su fortuna. Rapa su cabello y se hace llamar "Puercoespín". Sólo le interesa ascender socioeconómicamente, delinquiendo si es necesario. Su cuerpo es atlético y volupuptuoso. Tiene varios trajes, pero el que más usa es uno gris muy ceñido al cuerpo. Ni ella ni Miguel sienten atracción el uno por el otro. Se revelará, llegado el momento, que "Puercoespín" fue la que saboteó el experimento de los hermanos Fernández cuando era niña.
Otro rival es "Geier", un ex-piloto (nunca se le ve su cara, de su traje salen y entran muchos tubos que le ayudan a seguir con vida, se desconoce cómo quedó así) Al igual que Ratti, es un admirador de Marcos Férrum, sólo que más radical. Antenta contra la vida de los funcionarios de la ciudad por considerarlos corruptos e incompetentes. "Geier" no teme en perder su propia vida en cada atentado. Miguel NUNCA podrá evitarlos.
Edgardo Lucero 1987



"Bien" dijo el Mentor "Ya es un comienzo".



sábado, 20 de junio de 2009

El Mentor del Dolor (parte II)

Seminario

"Edgardo, te busca un chico" anunció Ana Clara Lucero a su hermano. Ed estaba viendo en la pieza de sus padres una película instrascendente protagonizada por un rapero blanco y dio gracias al cielo católico por la súbita interrupción de su no-agenda. "¿Quién es" preguntó el niño mientras atravesaba el pasillo, "Un flaco fiero" informó Ana Clara mientras se introducía en su pieza.

En el living de los Lucero estaba el Mentor, parado en un punto equidistante con respecto a las paredes, prusianamente derecho y rascando ocasionalmente su mentón. "Vengo a proponerte algo ¿Puedo tomar asiento?", "Sí, sí" respondió un descortés Edgardo sin ofrecer té, café, o un vaso de agua.

El Mentor hizo visible su muy camuflada carpeta negra y la tomó como si fueran las tablas de Moisés, la abrió y sacó una hoja A4 blanca. De uno de los bolsillos de su camisa emergió un portaminas que una milésima de segundo después empuñaba su mando derecha. "He visto trabajos suyos, Lucero... y creo que hay algunos que tienen mucho potencial... ¿Sabe lo que es un Fanzine? Bien, no se haga problema. Un fanzine es una publicación hecha por aficionados a algún arte, disciplina o interés común. Si está interesado le sugeriría que replantee, redesarrolle y reinvente su material con el fin de ser publicado bimestralmente con una extensión no superior a las 14 carillas. El único cambio drástico que le voy a pedir es que le cambie el peinado a Miguel Angel Ratti (dibujó rápidamente a Ratti como Edgardo Lucero lo hacía: una cara masculina ovalada con una cascada de pelo rubio a lo Robert Plant) podría ser algo así ¿Qué le parece? (trazó un rostro masculino similar al Superman de John Byrne pero con un cabello militarmente corto) Ésta es una posibilidad..." Edgardo Lucero preguntó si podría tener algún rasgo más distintivo, como un aro o un tatuaje.

El Mentor le explicó que alguien con las convicciones anacrónicas de Miguel Angel Ratti, personaje que Ed había creado, no puede tener un aspecto tan llamativo.

Y tenía razón.


Por el reflejo de los lentes con marco redondo del Mentor, Lucero observó cómo Ana Clara pasaba rápidamente por el living y se dirigía a la cocina. También se percató del detenimiento de la vista del Mentor en la figura de su hermana, y de la indiferencia de Ana hacia el Mentor.


miércoles, 17 de junio de 2009

El Mentor del Dolor (parte I)


Tinta Negra


Edgardo Lucero conoció a quien llegaría ser su Mentor algún día a los doce años de edad, y ese día no tardó en llegar. El maestro de Edgardo tenía 8 años más que él, una diferencia poco habitual entre un alumno y su maestro, pero este detalle insignificante no impidió que las clases tuvieran lugar.




Lucero formaba parte por ese entonces de un grupo de personas que hacían o gustaban de las historietas. Era un catálogo antropológico singular: un viejo loco que llevaba a cada reunión una historieta coloreada a lápiz basada en una novela de ciencia ficción de su autoría (novela que Edgardo Lucero leería en algún momento), un heavy metal que hacía cómics de alto contenido gore (Edgardo cree que este chico murió, pero no está seguro), un cándido quinceañero que muchos años después Lucero cruzaría por la calle felizmente casado y con un bebé en brazos, un niño de nueve años gordo y verborrágico ( Edgardo Lucero nunca supo qué fue de él y tampoco le importa), un dieciseisañero flaco y alto con braquets y campeón de ajedrez (Lucero se enteraría mucho tiempo después que era un genio o algo parecido) y también estaba Edgardo Lucero mucho antes de ser Edgardo Lucero. Este grupo anómalo llevaba casi un año de reuniones regulares, todos los viernes a las 19, nada aparecía afectar su extraña armonía. Hasta que entro él.




Era un joven de veinte años, pero tenía la actitud de tener 35. Prolijamente peinado y afeitado. Lentes con marco redondo. Ropa formal negra perfectamente planchada. Saludó a todos con la mano y se presentó. Edgardo no podía quitar la vista de su carpeta (negra, como todo lo que él llevaba) y le pidió ver su contenido. El joven se la cedió al niño amablemente, pidiendo que tuviera cuidado "son originales", advirtió.



Lucero abrió la carpeta e inspeccionó su interior. Allí había una historieta dibujada y entintada por una máquina precisa. Trataba de un militar fanático de San Martín que cubría un monumento del Libertador para luego lanzar una bomba atómica sobre la ciudad.


Fue el primer pantallazo que Ed tuvo de la obra de su futuro Mentor.




martes, 9 de junio de 2009

¿Alguien lo sabe?



Dale play a La Muette


“Si no te hubiera amado más que mis ojos te hubiera odiado”
Catulo


Los huevos tirados contra la pared, 1, 2, la banana pegada al techo de la cocina que iba tornando en colores hoscos, un moretón en la mano derecha y ninguna pregunta sobre lo que era normal en la vida.

Se levantó con la ropa puesta, buscando los zapatos brillosos y con cuidado de no pisar, en las baldosas, esa lámina de saliva y alcohol. Había sido otra fiesta de esas en las que los hombres rugen gutural y violentamente como si se los hubiera comido un mono, recordaba gran parte de la noche mientras recorría el pasillo hasta el baño, el pasillo que dividía la habitación de Atilio y la de Lucas.

Cuando ellos despierten, pensó, no querrán limpiar semejante mugre, van a querer prender fuego la casa, como dicen siempre.

La primera vez que fue a ese departamento, sólo había una cama en el comedor y un colchón, ella tenía un novio que la golpeaba, ellos estaban recién comenzando a vivir de a tres.
Alfredo, Lucas y Atilio habitaban unas paredes sin muebles, sólo existían dos guitarras y un teclado, que Alfredito usaba como batería, pasaban el tiempo con charlas de cine bélico, algo de filosofía, comida exótica y códigos grupales.

La noche que los conoció, llegó con una cinta roja en la cabeza y su perra, al sentarse en el sillón (el colchón) lo miró a Atilio, con esos aires que pegan como trompadas en la nariz, no sabían que podía existir el amor.

Soportando el soliloquio de un tenista, un guitarrero con temas de los 90 que gritaba “viva la patria, viva Perón!” el fantasma de una extranjera entrometida, varios hombres y desencuentros, entre esa noche, primera noche, y la de hacía unas horas, habían pasado 2 años.
Ahora, en el pasillo, sin novio golpeador, sin perra, con el departamento lleno de muebles y sin Alfredo, ella recorría por última vez esa casa.

En vez de ir al baño, abrió la puerta de la habitación de José y lo vio dormir sin su novia, sintió deseos de acariciar su pelo, recordó su manía por los cabellos, aún cuando ella misma, la tarde anterior había rasgado su pelo con un tijeretazo de coraje y reía como poseída con el puñado castaño en una mano y la tijera en la otra, saltando y gritando temas de flamenco.

Siguió a la cocina, entre las botellas de gin y coca, recordó dos cosas que unían la primera noche en esa casa y ésta, una era los ojos de Atilio, sus pupilas dilatadas, la misma forma, tono e intensidad, y la otra, lo que ella no sabía, que iba a llegar por vez primera y de improviso a ese departamento y que esa tarde lo estaba viendo por última vez.

Arrastrando el dolor de cabeza, quería despertar a Atilio, que arrinconado contra la pared trabajaba el sueño profundo de un ebrio, quería exigirle tener sexo, morder su nuca y arrancarle los ojos, pedirle con un escupitajo que decidiera, que hablara, que hiciera otra cosa además de mirar y hablar de su viaje. Pero sólo regresó a la cama, le dio un beso en la cabeza recién rapada, juntó sus apuntes de literatura policial, y volvió al pasillo, miró ambas puertas, encendió un fósforo recordando el gin derramado y salió.

Yararán.

martes, 26 de mayo de 2009

jueves, 21 de mayo de 2009

2005



Dale play a Panadería Lihué


Conocí a María en un lugar muy ajeno a mis gustos y a mi personalidad. Me pareció una chica extraña y un tanto triste. Sé lo que se siente, pensé. Me aproximé a ella toscamente, inicié una conversación trivial y le pedí su mail. Un año y medio más tarde le escribí, invitándola al teatro.

Accedió.

Luego de la obra, tomamos un café. Hablamos, como una hora y cuarenta minutos. No pareció aburrirse. Eso sí, no dejaba de notar tristeza en su mirada ida y en su voz grave y aporteñada, sin dejar de ser femenina. Las pocas veces que se reía alumbraba al mundo. Parecía sacada de otra época. Esperé un tiempo considerable (veinte días) para proponerle una nueva "cita". Y llegado el momento...

Volvió a acceder.

Nuevamente, fuimos al teatro y a la salida completamos el programa con porciones de tarta de frutilla y café con leche. Conversación. Reflexiones de medio pelo. Risas. Quince días más tarde, nueva invitación...

Y vuelve a acceder.

Increíble, esta belleza hippie volvía a acceder una y otra vez. Una vez en un bar, otra vez al cine... Yo no hacía nada. Me limitaba a entablar un díalogo que creía fluido, mencionarle su nombre muchas veces. Una vez, me invitó a subir a su departamento, estaba su compañera, así que no pasó nada. Es probable que si no hubiese estado, tampoco haya pasado nada. Allí sacó un instrumento rarísimo, creo que se llamaba melódica, y se puso a tocar algo muy deprimente. Su amiga la acompañó con una flauta.

Nunca le toqué un pelo.

Un día la volví a invitar y esta vez no accedió.

La vi de la mano de un tipo muy grandote, meses después.

lunes, 18 de mayo de 2009

Manuscrito hallado en una Mochila



Dale play al Verónica Montenegro's theme



Hola Verónica. Que esta carta haya sido escrita y que ahora esté en tus manos debe sorprenderte bastante. Espero que esa sorpresa te resulte agradable. Hace casi dos años que nos conocemos (de vista y de nombre, al menos) y nunca pude encontrar el momento apropiado para iniciar una conversación con vos. Estaría bueno que este manuscrito rompa el hielo. ¿No?
Hace unos meses, creo que en Junio, durante una clase apoyaste tu mano sobre mi hombro derecho unos veinte segundos, quizás veinticinco. Es un hecho que viene una y otra vez a mi cabeza. ¿Era alguna señal de algo? Porque yo lo tomé como una.
Otro suceso que no me deja de resultar curioso: un día alabé tu larga trenza, me miraste con una sonrisa media y huiste al recreo. Al otro día caíste a clases con el pelo corto. ¿Otra señal? ¿Señal de qué? Por favor, Verónica, me gustaría que me lo aclares porque no dejo de pensar ni un segundo en ello.
Últimamente te veo hablando mucho con Gabriel Aguirre, parece que se llevan muy bien. ¿Es tu novio? Porque si lo es, prometo no molestarte más.
PD: Es un crimen que te hayas cortado la trenza.
Edgardo Lucero

jueves, 14 de mayo de 2009

Sandra




Dale play a My Sweet Sandra


1999
Edgardo: ¿Hola?
Voz Femenina en el Teléfono: Hola... ¿Edgardo?
E: Sí, habla él...
VFT: Soy Sandra, Sandra Rusch
E: ¡Eh Sandra!
VFT: ¡Te llamaba para desearte un felíz cumpleaños, Edgardo!
E: Eeeh...muchas gracias Sandra...
VFT: De nada. Vos y yo tenemos muchas cosas en común ¿Sabías?
2003
Voz Masculina y Grave al Teléfono: ¿Holaaa?
E: Hola.. sí ¿Estaría Sandra?
VMGT: ¿De parte de quién?
E: De Edgardo, Edgardo Lucero.
VMGT: ¡Sandraaa! ¡Teléfono!
VFT: ¿Hola?
E: Hola.. ¿Sandra? ¿Te acordás de mí? Edgardo... ¡Edgardo Lucero!
VFT: Sí... ¿Cómo andás?
E: Bien... che... Podríamos juntarnos a tomar un café o unos mates, para ponernos al día... ¿Qué decís?
VFT: (pausa larga) Eh.. no, Edgardo. Estoy a full con la facultad...
E: Pero... ¿Te acordás cuando me llamaste en el '99? ¿Que me deseaste felíz cumpleaños y me dijiste que teníamos muchas cosas en común?
VFT: (pausa larguísima) Mirá, Edgardo, te agradezco mucho el llamado pero ahora me tengo que ir... me alegro que andes bien. Un beso che.



sábado, 9 de mayo de 2009

Vos sabés, cosas



Dale play a Calle Las Heras


Tenía diez años. Unas compañeritas habían organizado una fiesta de disfraces y todo el curso estaba invitado. Quería ir. Anoté bien la dirección y le pedí a mi papá que me llevara en el auto. Llegamos media hora tarde y no tenía puesto ningún disfraz.

Allí me di cuenta de dos cosas: 1)el resto de los invitados sí tenían disfraces.2) El resto de los invitados eran todas chicas. Esto último me inhibió completamente, y decidí no entrar a la casa. Mi viejo ya se había ido, iba a volver por mí en una hora y media o dos.

Pasé veinte minutos fuera de la casa y una de mis compañeritas salió a la calle. "Vamos, Edgardo, entrá". "No tengo ganas", dije. "Bueno, entonces me quedo acá con vos", me dijo.

Se llamaba Eliana Escudero.
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