miércoles, 17 de junio de 2009

El Mentor del Dolor (parte I)


Tinta Negra


Edgardo Lucero conoció a quien llegaría ser su Mentor algún día a los doce años de edad, y ese día no tardó en llegar. El maestro de Edgardo tenía 8 años más que él, una diferencia poco habitual entre un alumno y su maestro, pero este detalle insignificante no impidió que las clases tuvieran lugar.




Lucero formaba parte por ese entonces de un grupo de personas que hacían o gustaban de las historietas. Era un catálogo antropológico singular: un viejo loco que llevaba a cada reunión una historieta coloreada a lápiz basada en una novela de ciencia ficción de su autoría (novela que Edgardo Lucero leería en algún momento), un heavy metal que hacía cómics de alto contenido gore (Edgardo cree que este chico murió, pero no está seguro), un cándido quinceañero que muchos años después Lucero cruzaría por la calle felizmente casado y con un bebé en brazos, un niño de nueve años gordo y verborrágico ( Edgardo Lucero nunca supo qué fue de él y tampoco le importa), un dieciseisañero flaco y alto con braquets y campeón de ajedrez (Lucero se enteraría mucho tiempo después que era un genio o algo parecido) y también estaba Edgardo Lucero mucho antes de ser Edgardo Lucero. Este grupo anómalo llevaba casi un año de reuniones regulares, todos los viernes a las 19, nada aparecía afectar su extraña armonía. Hasta que entro él.




Era un joven de veinte años, pero tenía la actitud de tener 35. Prolijamente peinado y afeitado. Lentes con marco redondo. Ropa formal negra perfectamente planchada. Saludó a todos con la mano y se presentó. Edgardo no podía quitar la vista de su carpeta (negra, como todo lo que él llevaba) y le pidió ver su contenido. El joven se la cedió al niño amablemente, pidiendo que tuviera cuidado "son originales", advirtió.



Lucero abrió la carpeta e inspeccionó su interior. Allí había una historieta dibujada y entintada por una máquina precisa. Trataba de un militar fanático de San Martín que cubría un monumento del Libertador para luego lanzar una bomba atómica sobre la ciudad.


Fue el primer pantallazo que Ed tuvo de la obra de su futuro Mentor.




6 comentarios:

Unknown dijo...

Está muy bien. Ahora... no me queda claro si el Mentor es Michael Kane y otro.
Dígale a (Michael) Kane que no se haga el loco que conozco secretos de sus padres que no lo harían quedar bien parado. Como tampoco las anécdotas de la época en que le cambiaba los pañales o cuando era adolescente y me pidió que le fabrique una mujer golem para su uso personal.
Ah, si tiene ganas de leer, mi relato del desafío está colgado en casa.

Michael Kane dijo...

Qué raro usted, difamando.

Yo sí tengo little secrets que a USTED no lo dejan bien parado.

No me haga buscar la llave del baúl.

Mauricio De Benedetto dijo...

A la mierda, Michael! Qué manera de manejar el suspenso!

Exijo que postee con velocidad, no más de dos días, la parte que sigue, porque aquí todos queremos saber más de ese mentor!!!

Abrazo.

Mauricio De Benedetto dijo...

A la mierda, Michael! Qué manera de manejar el suspenso!

Exijo que postee con velocidad, no más de dos días, la parte que sigue, porque aquí todos queremos saber más de ese mentor!!!

Abrazo.

Yararán dijo...

buen cambio Lucero, buen cambio Michael, perdón.

Grado Cero dijo...

Sí, che coindido con Mauricio, mucho suspenso.. que se venga la segunda.

Cómo anda, tanto tiempo Ed, qué bueno que tenga un nuevo compañero.

Abrazo